¿Acierta España en pedir la calificación de isla energética en medio de la crisis de materias primas?

  • 7 abril 2022
  • Falso

La guerra de Ucrania ha llegado en un momento delicado en la economía mundial. Tras los efectos de la COVID-19, la política monetaria europea había logrado lanzar un estímulo sin precedentes para los países miembros. Sin embargo, uno de los mayores riesgos era el posible escenario de estanflación que se venía observando durante los últimos meses de 2021 y que la crisis de materias primas ha agravado significativamente, como se destaca en el informe de previsiones económicas del primer trimestre de 2022, presentado el pasado miércoles por el ORFIN. 

De hecho, el indicador adelantado del IPC español en marzo sitúa la variación interanual en el 9,8% y la inflación subyacente en el 3,4%. Esto representa un aumento de dos y cuatro décimas respectivamente si lo comparamos con febrero. 

En este contexto, el Banco Central Europeo (BCE) ya ha anunciado que se tomarán medidas restrictivas con el fin de hacer frente a la inflación, como la reducción de la compra de deuda pública en los próximos meses, aunque no se descarta revertir la decisión si la situación económica lo requiere. Además, está previsto que Europa aumente los tipos de interés, en línea con las decisiones de la Fed y el Banco de Inglaterra. En este sentido, es relevante destacar que el tipo del bono español a 10 años ya ha subido un punto porcentual.

Situación energética global

El precedente más reciente de una crisis de petróleo se sitúa en 2007 (Ilustración 1). En ella, no solo se produce un incremento continuado de los precios del petróleo, sino que va acompañado por una subida de precios del resto de materias primas. Todo ello fue agravado por la elevada deuda pública y el hundimiento hipotecario, que provocaron severos estragos en la economía mundial. 

Sin embargo, la crisis actual de materias primas llega en un contexto internacional de crecimiento económico, derivado de las políticas expansionistas tomadas para hacer frente a la recesión económica vivida a raíz de la COVID-19. Por un lado, la mayor producción que se da en cualquier recuperación económica incrementa significativamente la demanda de energía. Por otro, la escalada bélica llevada a cabo por Vladimir Putin, así como sus acciones estratégicas derivadas de la dependencia energética europea, da lugar a una importante restricción de oferta. En efecto, estas dos fuerzas producen un importante aumento sobre la presión del precio de diversas materias primas.

Si tenemos que las exportaciones de petróleo rusas satisfacen alrededor del 5% de la demanda mundial y el 10% del mercado de exportación de productos refinados, nos daremos cuenta de la relevancia de este país en materia energética. De hecho, la amenaza de que los envíos de gas se interrumpan pone en jaque el sistema actual de Europa.

Al igual que en la crisis de 2007, la subida de precios no solo afecta al petróleo, sino que también repercute en muchas otras materias primas, entre las que cabe destacar el gas y el carbón. Así, los incrementos de los precios internacionales en marzo de 2022 del carbón, el gas natural y el petróleo se sitúan en 112,3%, 97,2% y 31%, respectivamente, si lo comparamos con la media de los dos primeros meses del año.

Ilustración 1: Precio del barril Brent -dólares por barril- (2000-2022).

Fuente: Fred St Louis.

Entre tanto, la guerra mantiene a Europa en una gran situación de incertidumbre por su alta dependencia de los suministros rusos. Antes de la invasión, Rusia se situaba como el segundo país que contaba con más reservas en dólares estadounidenses, solo por detrás de China. Con el fin de evitar una devaluación masiva de la moneda nacional, el Gobierno ruso ha lanzado un comunicado en el que se establece que todo cliente extranjero de gas deberá abonar las cuantías en rublos. Para ello, deberán abrir una cuenta bancaria en Gazprombank, banco no sujeto a sanciones por parte de la Unión Europea. Aunque está medida solo se ha anunciado para el gas, se espera que pueda producirse en otras materias primas como el petróleo.

En este contexto, Biden ha ordenado la liberación de 180 mn de barriles de crudo de la Reserva Estratégica de Petróleo de Estados Unidos. Dicha acción representa una medida sin precedentes, en un intento por compensar las interrupciones de suministro provocadas por el mandatario ruso. Con esta medida, además, Estados Unidos pretende aumentar la oferta de petróleo, con el objetivo último de frenar la subida continuada de los precios. Pero existe también una lectura en clave geopolítica: es una evidente declaración de intenciones tras la negativa de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), alianza liderada por Arabia Saudí, a aumentar significativamente el envío de petróleo. Sin embargo, la estrategia estadounidense puede tener consecuencias en el largo plazo, ya que se calcula que solo quedarán 385 mn de barriles en la reserva estratégica una vez se complete la última extracción anunciada por el líder estadounidense.

Situación en España

Aunque el Gobierno español deba prestar ayuda y seguridad a aquellos sectores más afectados por el aumento continuado de los precios energéticos, no debemos olvidarnos de las señales que está mandando el mercado. 

De esta manera, el Gobierno ha aprobado un decreto ley por el cual el precio del combustible se verá reducido entre el 1 de abril y el 30 de junio a razón de 20 céntimos por litro.  El hecho de que las gasolineras deban adelantar este dinero y que cinco céntimos por litro corran a cargo de las petroleras ha provocado gran controversia. En este contexto, algunas estaciones de servicio han decidido cerrar por incapacidad para hacer frente a estos requisitos estatales. Además, se ha acortado el plazo para la devolución del impuesto de hidrocarburos de tres meses a uno.

Es evidente que ciertos sectores, como el de transporte, requieren de ayuda en el corto plazo, pero también se deben implementar políticas para reducir el consumo del petróleo y del gas. De hecho, la dependencia de ciertas materias primas podría resultar altamente compensada por la mayor producción de energías renovables. Más allá de los beneficios económicos que reportan este tipo de energías, también logran disminuir la contaminación. Este último factor toma una relevancia especial en un año en el cual se han visto catástrofes naturales fruto del cambio climático. Asimismo, sería una solución viable para aumentar la seguridad de suministro energético con el fin de reducir la dependencia europea del gas y del petróleo rusos, sin requerir de subsidios, deuda o avales públicos. Además, abaratan el precio de la luz a los consumidores y tienen la capacidad de crear empleo durante su instalación y mantenimiento.

Así, las renovables podrían situar a España como un país estratégico de suministro de energía. Si en lugar de pedir a Europa la calificación de isla energética, comenzásemos a apostar por la energía eólica y, en particular, por la solar, podríamos aprovechar las ventajas competitivas que nuestro clima ofrece. España tiene el doble de horas de sol que nuestros socios europeos y unas condiciones óptimas de viento, por lo que nuestro país debería aspirar a ser la Arabia Saudí europea, como ya ha recomendado el fundador de Tesla, Elon Musk, a través de su cuenta de Twitter.

De hecho, el motivo por el cual se pide la calificación de isla energética alude al bajo intercambio energético con el resto de Europa. No se trata de dejar de lado a otros países miembros porque España no sufre el problema de la dependencia, sino en convertir ese problema en una ventaja para nuestro país a través de las energías renovables.

 

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