¿Representa el lenguaje ambiguo una ventaja para las empresas en cuanto a las inversiones socialmente responsables?

  • 27 abril 2022
  • Verdadero

Las inversiones sostenibles se encuentran en una fase de alto crecimiento, como destaca este informe del ORFIN sobre la inversión de impacto. De hecho, a nivel internacional, las inversiones alcanzaron los 142.500 millones de dólares en fondos sostenibles durante el último trimestre de 2021. Esta cifra supone un 12% más que el trimestre anterior. De este modo, los activos sostenibles mundiales alcanzaron los 2,7 mil millones de dólares, repartidos entre más de 5.900 fondos. Además, cabe destacar que Europa sigue siendo el continente por excelencia en cuanto a inversiones socialmente responsables y representa actualmente tres cuartas partes de los activos.

En este contexto, el greenwashing toma cada vez más relevancia. Este concepto, también conocido como ecoblanqueo, hace referencia a las prácticas de marketing destinadas a crear una falsa percepción en el cliente de que se realizan inversiones en un producto sostenible cuando realmente no es así.  A raíz del empeoramiento de la situación medioambiental, social y de gobernanza, muchas empresas han puesto el foco en el desarrollo y comercialización de productos sostenibles. Sin embargo, algunas firmas tienden a calificar su estrategia de inversión como “verde”, “respetuosa con el medioambiente” o “ecológica”, aprovechando la ambigüedad del lenguaje, para confundir al cliente.

En este sentido, la Comisión Europea emitió un informe donde se analizaban 344 campañas publicitarias en las cuales se mencionaban palabras relacionadas con los criterios ESG. El análisis concluyó que el 42% de los casos podrían clasificarse como prácticas comerciales desleales, según la normativa de la Unión Europea. 

Ejemplos de escándalos que dañan el desarrollo del mercado

Probablemente, uno de los escándalos más sonados fue el de la empresa de capital de inversión DWS. Según el Wall Street Journal, esta compañía  exageró “el uso de criterios de inversión sostenible para gestionar sus activos”, mientras que la ex directora de ESG afirmó que no había mostrado la realidad a los clientes en términos de los activos invertidos en líneas sostenibles. Por este motivo, tanto la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) como la autoridad reguladora alemana se encuentran investigando esta situación.

Asimismo, Tariq Fancy, ex director global para inversiones sostenibles de BlackRock, una empresa de gestión de inversiones estadounidense, afirmó en una comparecencia en 2021 que, con mucha frecuencia, la inversión en ESG se trata de una mera exageración de marketing y promesas falsas

Tiempo para la regulación

Aunque el sector de los fondos ESG ha crecido exponencialmente durante los últimos años, las normas alrededor de este tipo de inversión no han seguido la misma velocidad. De hecho, en la COP26 de Glasgow (2021) fueron sonadas las comparecencias de cargos públicos advirtiendo del peligro del lavado verde, en medio de una conferencia creada para mejorar el esfuerzo de los países contra el cambio climático.

Por ello, al igual que se crearon normas de contabilidad comunes en el ámbito financiero empresarial, se debe crear una regulación conjunta relativa a las áreas ambiental, social y de gobernanza. En este sentido, durante la cumbre de Glasgow se anunció la constitución de un nuevo organismo, denominado Junta de Normas Internacionales de Sostenibilidad y destinado a establecer  un marco único que los reguladores de todo el mundo puedan usar para fijar  reglas en torno a la sostenibilidad.

En paralelo, la Unión Europea ha creado recientemente el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles, cuyo objetivo es “establecer normas armonizadas sobre la transparencia que deberán aplicar los participantes en los mercados financieros y los asesores financieros en relación con la integración de los riesgos de sostenibilidad y el análisis de las incidencias adversas en materia de sostenibilidad”. 

Lo cierto es que, aunque sea positivo que las autoridades europeas comiencen a mostrar interés en esta área, la realidad actual se sitúa significativamente lejos de la regulación que tratan de implementar. El mercado se encuentra bastante desarrollado –y podría enmarcarse como Finanzas sostenibles 3.0–, mientras que el marco de regulación está ciertamente atrasado.

Por su parte, Estados Unidos parece que se empieza a movilizar en este sentido. El jefe de la Comisión de Bolsa y Valores estadounidense (SEC) ha instado a sus reguladores a que realicen un borrador de normas sociales, ambientales y de gobernanza. Sin embargo, se esperaba que dichas propuestas llegasen en octubre de 2021; sin embargo, no se ha tenido noticia alguna hasta la fecha. Otra de las grandes potencias, China, también parece tener intención de imponer cierta regulación en cuanto a divulgaciones climáticas en compañías, y así lo hizo saber el gobernador del Banco Central de China en el 2021.

En cuanto a las métricas, la unificación de los estándares es un aspecto clave a la hora de mantener la integridad del mercado y permitir valoraciones comparables. Los sistemas métricos más usados son el IRIS+ y los Joint Impact Indicators, y el Impact Management Project es  una de las metodologías de gestión y rendición de cuentas más usadas. 

En un mundo globalizado, no se trata de que cada país y/o continente actúe por su cuenta, sino de crear una regulación común, así como unas métricas conjuntas que se ajusten a la realidad del mercado actual. En la actualidad, la mayoría de los activos cumplen con lo que prometen y son verdes. Sin embargo, la regulación y la unificación de métricas deben tratar de evitar los casos que dañan el desarrollo del mercado.

 

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