Los datos de empleo dan un último respiro a la economía española

  • 28 octubre 2020

Los últimos datos de la EPA que recogen las cifras de empleo del segundo trimestre de este año reflejan una mejora puntual de los resultados del mercado laboral en dicho trimestre. Sin embargo, debemos analizar dichos datos considerando el impacto de la actual pandemia en el mercado de trabajo para tener una mejor perspectiva en el análisis.

La ocupación en el tercer trimestre en España ha aumentado en 569.600 nuevas personas ocupadas respecto al trimestre anterior. Este buen dato refleja el efecto de pasar de una etapa de confinamiento y paralización de la actividad económica durante los meses de marzo a junio (que supuso un descenso de 1.0740.100 personas ocupadas), y la apertura de la economía al terminar el confinamiento severo. Muchos de estos empleos en sector servicios y vinculados al turismo. Sin embargo, cuando se analizan las variaciones interanuales de la ocupación se aprecia el impacto real de la pandemia sobre el empleo, ya que hoy existen 697.500 personas menos ocupadas que hace un año (un 3,5% menos).

En este sentido, además, según los datos de la EPA, durante el tercer trimestre que coincide con el verano se ha reducido en 1,4 millones el número de personas que se encuentran inmersos en un ERTE, pasando de 1,8 millones a 352.400. A los trabajadores en ERTE se les considera ocupados, según la metodología de la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que se aplica en la EPA.

Respecto al desempleo, en el tercer trimestre ha aumentado en 355.000 personas, algo prácticamente inédito para la temporada de verano desde el año 2012. Hoy hay más de medio millón de desempleados más que hace un año (un 15,8% más), y alcanzamos la cifra de 3.722.900 personas desempleadas. Desde julio a septiembre de este año se ha incrementado el número de hogares en los que todos sus miembros activos están en paro, llegando a 1.172.700 hogares, lo que supone 23.900 más que en el trimestre anterior y 162.800 más que en el mismo periodo de 2019. Es además preocupante la cifra de jóvenes desempleados, 4 de cada 10, esto es una tasa de paro entre los jóvenes del 40,5%, siendo la tasa de paro general del 16,26%, lo que supone un incremento de casi un punto en el trimestre (y 2,3 puntos en el último año).

El confinamiento y paralización y subsiguiente reactivación (aunque parcial) de la actividad ha tenido efectos también en las cifras de paro, al alterar la población activa. Ya que durante el confinamiento se redujo el número de personas en búsqueda activa de empleo. Muchas personas no estaban ocupadas, pero tampoco eran paradas, ya que eran consideradas “inactivas”, y como tales no integran las cifras de paro. Pero en el tercer trimestre al terminar el confinamiento severo, tales personas ya pueden buscar empleo activamente, y ello explica en parte el aumento de la tasa de paro. Así en este trimestre las personas consideradas inactivas se redujeron en 485.800 (mientras que en el segundo trimestre crecieron en 843.000).

Nuestro mercado laboral adolece del problema de la temporalidad, y del mismo modo que cuando se produjo la paralización de la actividad en marzo, fueron las personas con contratos temporales los que primero fueron despedidas, en su mayor parte jóvenes y mujeres, y a la vez los contratos indefinidos se protegieron con ERTES; en el tercer trimestre además de finalizar con muchos de esos ERTES, se ha tendido a crear mayormente empleo temporal. De hecho, 4 de cada 5 empleos creados en el pasado trimestre son temporales, ya que de los 581.200 asalariados más de este trimestre respecto al anterior, 158.300 tienen contrato indefinido y 422.900 contrato temporal. En términos anuales, el efecto global es el contrario: caída de las personas asalariadas; concretamente 681.900 personas menos que en 2019, de las cuales el 85% han sido temporales (582.800) y el 15% indefinidos (99.100).

¿Cómo serán los datos de la próxima EPA? Los datos de empleo del cuarto trimestre de este año dependerán de la evolución de la pandemia, que condiciona la movilidad y la actividad económica y afecta fundamentalmente al turismo y los servicios de hostelería, restauración, ocio, cultura…; tanto por el miedo que desincentiva el consumo como por las propias medidas de restricciones a la movilidad impuestas por los gobiernos.

Si bien es poco probable confinamientos severos como los vividos durante el segundo trimestre, la situación actual de la pandemia no controlada permiten vaticinar que se avecina un agravamiento de la crisis y cada vez hay más indicios de que su impacto puede ser más largo del inicialmente se había estimado.

Mónica Melle

Miembro del Consejo asesor