La crisis económica del COVID-19 se ha cebado con Asia, Europa y América; tres áreas que producen el 70% del PIB mundial. Esta pandemia sin precedentes en la historia reciente lo cambiará todo y va a marcar un punto de inflexión en las relaciones económicas, sociales y laborales. Al shock de oferta -que se originó como consecuencia de la parálisis en la fábrica del mundo, China- le seguirá el de demanda –es decir del gasto- y habrá de evitarse un shock financiero que podría derivarse de los problemas de insolvencia.
La decisión del gobierno de movilizar una cantidad ingente de recursos -equivalentes al 20% del PIB español- para amortiguar el impacto del virus se centró en cuestiones de carácter sociolaboral -para frenar los despidos masivos a través de una flexibilización y refuerzo de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE)- y financiero -que garanticen la liquidez del sistema-.
En esta situación, el Real Decreto-ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19, pone en primer plano al sector financiero como el pilar fundamental que puede ayudar a amortiguar la caída y como la palanca que prepare a la economía para su futura recuperación.
La situación de la banca española es hoy muy diferente de la de 2008 y las entidades financieras –que antaño fueron parte del problema- están llamadas a ser agentes principales de la solución. Tras la inyección de liquidez inicial y el paquete de avales y garantías previstos por el Gobierno, faltaba un programa de acompañamiento europeo, que ha llegado.
El necesario oxígeno europeo ante el COVID19
Hace más de una década que un nutrido grupo de economistas firmaron un manifiesto a favor de la creación de un mecanismo de mutualización de deuda, los eurobonos, a los que los países más ricos se opusieron. Ni siquiera aceptaron un reparto del excedente de deuda sobre el límite del 60% del PIB que marcaba el Tratado de Maastricht. Ha vuelto a quedar en evidencia que la zona euro carece de los instrumentos necesarios para garantizar una gobernanza económica supranacional más allá de un Mecanismo Europeo de Estabilidad mal dotado o un presupuesto comunitario anémico.
Pero algo se está moviendo y el Consejo de Gobierno del BCE que se reunió de urgencia la noche del miércoles 18 de marzo, tras una escalada de las primas de riesgo, abrió la puerta a una cierta mutualización de los riesgos de los que hemos hablado. Parece que ahora sí Lagarde ha asumido que el BCE está aquí para reducir las primas de riesgo y asegura que “el Consejo de Gobierno hará todo lo necesario para aumentar el tamaño de sus programas de compra de activos y ajustar su composición tanto tiempo como sea necesario y explorará todas las opciones para apoyar a la economía”.
Extraordinary times require extraordinary action. There are no limits to our commitment to the euro. We are determined to use the full potential of our tools, within our mandate. https://t.co/RhxuVYPeVR
— Christine Lagarde (@Lagarde) 18 de marzo de 2020
El programa de emergencia está a la altura de las necesidades: 750.000 millones de euros que atenderá, esta vez sí, la compra de activos en función de las necesidades y no solo del peso relativo que cada país tenga dentro de la zona euro. No se llaman eurobonos, pero sí se aproximan bastante en una versión descafeinada.
Están en juego ingentes cantidades de dinero que servirán para mutualizar, al menos temporalmente, los riesgos que les ha tocado asumir a las entidades financieras a la hora de inyectar esa liquidez que se les demanda y mantener el ciclo del crédito. Esta suerte de eurobonos que atenderán la compra masiva de bonos de organismos públicos y privados puede garantizar que fluya el crédito y contener el precio de la deuda, cuya subida sería letal para algunos países, entre ellos España.
Los planes del Gobierno español se han tornado un poco más creíbles tras este movimiento del BCE, que apuntala el sistema financiero y da aire a los países del área euro que esperan contener el crecimiento de la prima de riesgo. Porque ya lo dijo Lagarde, “en tiempos extraordinarios, acciones extraordinarias”.
María Cadaval
Miembro del Consejo Asesor del Observatorio sobre la Realidad Financiera